Ginger Peach

desde $165.00

Origen: ANHUI, CHINA (lugar emblema de la paz)

Características: Las hebras de este té rojo provienen de la región montañosa de Qimen, en la provincia de Anhui, cuna de algunos de los tés negros más elegantes de China. Son finas, largas y ligeramente retorcidas, de color caoba oscuro con destellos cobrizos, testimonio del delicado marchitado y enrollado artesanal.
Entre ellas se descubren fragmentos dorados de jengibre seco que aportan textura y energía cálida, y un sutil aroma afrutado que anticipa la presencia del durazno.
Al abrir el té, emergen notas dulces y profundas, con recuerdos de madera, cacao suave y frutas maduras.

Sabor: La infusión es de un tono ámbar rojizo intenso, con un perfume envolvente que une la calidez del jengibre con la dulzura aterciopelada del durazno.
En boca, el cuerpo es redondo y aterciopelado, típico del Qimen, con matices de miel, ciruela y un toque ahumado natural.
El aceite esencial de durazno aporta un equilibrio frutal que suaviza la fuerza del té, mientras que el jengibre despierta el paladar con un calor vivificante y armonioso.
El final es largo, dulce y especiado, con una sensación reconfortante que deja huella.

Peso:

Origen: ANHUI, CHINA (lugar emblema de la paz)

Características: Las hebras de este té rojo provienen de la región montañosa de Qimen, en la provincia de Anhui, cuna de algunos de los tés negros más elegantes de China. Son finas, largas y ligeramente retorcidas, de color caoba oscuro con destellos cobrizos, testimonio del delicado marchitado y enrollado artesanal.
Entre ellas se descubren fragmentos dorados de jengibre seco que aportan textura y energía cálida, y un sutil aroma afrutado que anticipa la presencia del durazno.
Al abrir el té, emergen notas dulces y profundas, con recuerdos de madera, cacao suave y frutas maduras.

Sabor: La infusión es de un tono ámbar rojizo intenso, con un perfume envolvente que une la calidez del jengibre con la dulzura aterciopelada del durazno.
En boca, el cuerpo es redondo y aterciopelado, típico del Qimen, con matices de miel, ciruela y un toque ahumado natural.
El aceite esencial de durazno aporta un equilibrio frutal que suaviza la fuerza del té, mientras que el jengibre despierta el paladar con un calor vivificante y armonioso.
El final es largo, dulce y especiado, con una sensación reconfortante que deja huella.